domingo, 5 de octubre de 2014

El idioma secreto de los ronquidos.

Siempre que despierto, él ya no está aquí.
Nunca está aquí
Sigo su rastro en la oscuridad,
a tientas y con cuidado.
Siempre acabo llegando a la puerta.
Tengo resaca de recuerdos futuros,
y él,
ya nunca está aquí.
Mis amigos dicen que él no existe,
Nadie se cree la historia de cómo nos conocimos.
A veces por la calle,
le veo en los charcos,
en el final de las copas,
y los retrovisores de los coches.
Él nunca responde mis mensajes,
ni mis llamadas,
ni mis señales de humo.
Mis amigos dicen que no existe,
se creen que me lo he inventado,
pero yo juro que eso no es cierto,
y cada noche,
aunque yo no lo sepa,
se inventa mi nombre y duerme a mi espalda.
A veces roza mi pie,
y entra en mis sueños.
Otras toca mi mejilla,
enreda sus manos con mi pelo,
o se engancha,
el botón de su camisa,
con alguno de mis pensamientos.
Alguna vez atrasé el reloj para poder verle.
Pero la gente me dice que no existe.
Porque siempre que me despierto,  él ya no está.
Porque se va,
porque siempre se va,
porque su rastro siempre acaba en la puerta.

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