lunes, 3 de diciembre de 2018

Ye lo que hay

Me doy cuenta de que me hago mayor cuando acumulo experiencias, aunque haya algunas que al revivirlas en mi mente, me hagan sentir más joven que nunca. Ahora llego a lo alto de la estantería de la cocina, pero sigo sin entender del todo el significado de algunas palabras. Cada vez intento pensar más en las consecuencias. Antes las personas altas me parecían más altas que ahora.  Antes los parques me parecían más grandes que ahora.  Ahora sé quién lideró la revolución francesa, ahora sé que es una molécula, ahora se conjugar el verbo ser en inglés. La autoconciencia en el crecimiento personal nos exige asumir los cambios e integrarlos en nuestra vida de la mejor forma posible. En otras palabras, que aprendemos a saber cuando decir Ye lo que hay.

domingo, 18 de marzo de 2018

Formas de comprar el pan

Hay muchas ciudades en las que podría empezar una nueva vida.
Por ejemplo:

servir cervezas en algún bar oscuro de Dublín,
hacer encuestas para Acnur en el centro de Barcelona,
envolver regalos en una tienda de juguetes en Londres,
hacer de guía turística en Budapest,
limpiar las calles de París,
enseñar español en Berlín...
Ayudar en cualquier granja de cualquier ciudad de cualquier país.

Hay muchas formas de caminar y muchas formas hasta de comprar el pan o dar los buenos días.

-Buenos días, una barra de pan por favor.
-Hola, una barra de pan.
-Ponme una barra de pan, porfa.
-Dame una barra de pan.
-¿Te quedan barras de pan?
- Ay se me olvidaba... Y una barra de pan,  gracias.

 El día a día está lleno de matices casi imperceptibles que de una u otra forma, dejan huella.  Estamos donde estamos porque lo hemos decidido o porque el tiempo ha pasado muy rápido.  Aún a día de hoy me pregunto: ¿Corres más riesgos al decir adiós, o al decir hola?   Con los años, más preguntas y menos respuestas. 

Hay muchas ciudades en las que podría empezar una nueva vida.  Por ejemplo: la mía.
Empezar es una utopía: la vida es reescribir una y otra vez el mismo guión, cambiando los matices.


lunes, 26 de febrero de 2018

Mira a ver si sabes qué hacer con esto

Cuándo algo que te hacía feliz se va,  siempre tienes la esperanza de que vuelva, y es precisamente esa esperanza lo que te reconforta y te rompe a la vez.  Te aferras al no perdernos por completo,  al quizás más adelante, al ya se verá con el tiempo.  Analgésicos que calman la necesidad de que te echen de menos, cuando tal vez esas personas han escogido la segunda opción,  es decir,  la de mandarte a tomar por culo.

¿Qué hacemos con el amor que aún queda cuando todo se acaba?

Lo guardamos y lo reutilizamos,  lo tiramos a su contenedor correspondiente, para no dañar al medio ambiente. Lo dejamos en la calle, en medio de la calle, por si alguien lo quiere.
Lo regalamos a alguien a quién le falte.  Lo escupimos o nos atragantamos.  Lo metemos en una caja, lo envolvemos con papel maché,  y lo enviamos lejos, muy lejos, al otro lado del mundo, con cualquier etiqueta, la que sea, propongo: “mira a ver si sabes qué hacer con esto”.