El tiempo perdido de las rutinas que no tienen nada que ver con nosotros mismos. La tristeza que nos hace correr descalzos. Lágrimas de quién no se atreve a llorar. Agua por todos los rincones, pero nadie que sepa nadar. Ya nunca seremos jóvenes de la misma manera: hemos perdido la ignorancia al fracaso.
Estribillos que no comprendes porqué recuerdas y miradas que cuesta pescar de los recuerdos. Raíces para desayunar, comer y merendar. La nostalgia que nos convierte en cangrejos. Bla, bla, bla; frivolidad y ruido. Bla, bla, bla; Roma ya no dice nada. Bla, bla, bla: Roma te desilusiona.
Solo hay destellos de belleza.
- ¿Porqué nunca volviste a escribir un libro?- Me pregunta una voz de mi cabeza.