-La gente no cambia- Dice Jose,
tras años de vivir y de observar
tras años de ser vivido y observado.
-Pero eso no me vale.- Le respondo.
Las camareras recogen la mesa,
Jose se alisa la camisa,
y yo me pregunto porque coño
siempre repito los mismos errores.
-Madura, eso es todo. Somos como tomates-
Me río.
Le miro y me pregunto,
si la desesperanza lleva a algún lado,
si es más fácil ser feliz siendo pesimista,
no creer en nada,
no esperar nada.
Jose concluyó la conversación como siempre solía hacer,
después de dar un trago a su cerveza y mover el culo en el asiento,
sonrió igual que un soldado que lo ha perdido todo en la guerra
y dijo:
El mundo es una mierda.
Luego se rió.
y de tanto reirse, se puso rojo.
(Juro que parecía un tomate.)
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