Solíamos hablar durante horas y entendernos sin decir nada.
No nos importaba gritar en medio de la calle y hacer el ridículo no daba vergüenza.
Teníamos un inventario de bromas que nadie más entendía.
Teníamos un inventario de recuerdos que se multiplicaba,
y la comprensión más sincera posible.
Pero nos acabamos distanciando.
Y luego nos distanciamos más.
Y más.
Solíamos pasarnos el día riendo, pero simplemente dejamos de hacerlo.
No hay nada poesía en todo esto. Pero nada se pierde por completo,
y aún,
después de todo,
te veo y te siento cerca.
Y no hay nada de rencor,
solo ganas de revivir los viejos tiempos.
Y en eso, si hay algo de poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario